El repunte de la inflación en México en este año ha tenido un impacto negativo sobre el poder adquisitivo del ingreso de los trabajadores. El Índice de Precios y Cotizaciones (INPC) se moderó ligeramente en julio, a 5.81 por ciento, desde 5.89 por ciento del mes previo, mientras que el índice de precios de la canasta de consumo mínimo se elevó 6.8 por ciento anual.
Sin embargo, varios precios de bienes de consumo básico reportaron alzas más significativas como en el caso del gas LP, que subió 34.9 por ciento en los últimos 12 meses; la gasolina de alto octanaje, con 16.1 por ciento; la tortilla, con 14 por ciento y la carne de cerdo, con 18.2 por ciento, por mencionar algunos casos, lo que ha deteriorado la capacidad de compra de los hogares.
De acuerdo con los registros de la STPS, las revisiones contractuales de los salarios registraron caídas entre abril y junio, y en el año acumulan un descenso promedio de 0.21 por ciento, en términos reales, lo que no se reportaba desde 2017. En tanto, el ingreso promedio de los trabajadores registrados en el IMSS registra un avance al primer semestre de 2.4 por ciento, en términos reales, luego de un 6.9 por ciento reportado en el mismo periodo del año anterior, y también es la menor cifra desde 2017.
El indicador de la canasta básica de consumo mínimo está por encima de la inflación general, el problema radica en que los aumentos de los precios afectan en mayor proporción a las personas de menores ingresos.
La alta inflación le pega más a los más vulnerables, y lo que pasa es que no tienen la posibilidad de pedir al sistema financiero o la compra de bienes raíces para detener este deterioro de su dinero, por lo que no acceden a los satisfactores esenciales de una canasta básica.
Especialistas indican que, si bien la inflación afecta el poder adquisitivo, por otra parte, los salarios se ven limitados por la falta de crecimiento de la productividad.
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